20110328

Minimal

20110325

En el diván


Un escalofrío recorre mi cuerpo cada mañana cuando me levanto. Tengo siempre una extraña sensación. Es como si cada día fuese el primer día de no se sabe qué. El ayer ya no existe y el hoy no existirá mañana. Tal vez parezca una boutade, cierto, pero la sensación de que todo se diluye en una nebulosa difusa de pensamientos, sensaciones... es desalentadora; o no, depende -dirán algunos-: si sufrimos mucho el día anterior, mejor que se diluya todo recuerdo de ese día. Dicen que la mente es selectiva y que tiende a quedarse con las experiencias positivas... ¡suerte!, porque si se quedara con todo, las negativas incluidas, igual no cabrían en la cabeza y esta explotaría, si no ha explotado ya. Y por eso, quizá, escribo aquí... Bien, se trata de pura economía esto de la mente... (asco de palabra, la que va en cursiva digo). De repente es ahora. El ayer se fue. Pero no solo el ayer, el hace un minuto, un segundo... ¿Dónde estamos? ¿Qué es esto? Sí, ya sé, parece existencialismo de tocador. Pues para mí no lo es. Cada día es un nuevo día, el principio de no se sabe qué, pese a estar condicionado por las vivencias diluidas del pasado (alojadas en el inconsciente y convertidas en formato manía, fobia, obsesión...).

Seguiremos, pues, transitando por la caverna (no la mediática, la platónica, ¡por favor!), a ciegas, en busca de no se sabe qué. Buf,  me estoy poniendo muy trascendente y plasta.

Miraré este fin de semana alguna peli de los hermanos Marx, o algún corto de Chaplin, o, por qué no, de Harorld Lloyd. Menuda carroza estoy hecha. No, me gusta el cine clásico. Es algo a lo que sé que puedo falsamente agarrarme. A lo moderno, a lo actual... No me agarro ni loca.

Tengo ganas de morirme... de risa. Es la mejor terapia. Creo que estoy enferma, tengo muchos vídeos. Soy una coleccionista. Frustraciones desviadas en compras de productos: la felicidad no se compra. Digo yo: ¡la felicidad no existe! Es una creencia. Pero me siento culpable. ¡Buf! debo parar ahorita el torrente de pensamientos. Luego viene la resaca. ¡Qué tormento! Y total, mañana ya no recordaré nada. No me digáis que no es angustioso...

20110323

Wild is the Wind

20110315

Desesperada

El mundo que nos rodea está enloqueciendo día a día. Lo noto al salir a la calle, al ir supermercado, al coger el metro... La gente va por la calle ensimismada y con cara desencajada, por la mañana sobre todo; entra con mala leche -mayoritariamente- en todas partes -da miedo-, los adolescentes parecen caballos desbocados en el metro... Se diría que estoy exagerando y ofreciendo una visión demasiado parcial de las cosas: es cierto, todas las visiones son parciales.

Pero os invito a que observéis un poco lo que os digo. Hay un malestar que corta la respiración por las calles y en cualquier parte de la ciudad o pueblo. Se acabó el fin de semana y el pavo de turno está que trina porque no mojó, estaba hasta el culo de anfetas y de wiski y veía doble... Parejas que casi ni se soportan, cuando llega el fin de semana y no follan, están deseando que vuelva a empezar el drama del trabajo: vaya caras. Claro que hay gente con cara risueña y ... ¡cómo se agradece el cruzarse con ellas! ¿Son santos o santas? ¿Son felices? ¿Cómo se lo montan para sonreír? Para mí son héroes. Es posible que mi visión de los demás solo sea una proyección de mi infelicidad dirigida hacia el exterior. Seguro. Cuando estoy bien no veo tanta mala leche. Todo es muy subjetivo, una cárcel. Veo lo que quiero ver. ¿Pero hay alguna manera de escapar de una misma? La desconozco. Estamos más solos que la una.

Me he planteado el suicidio infinidad de veces. De hecho, tengo un arsenal de pastillas para tumbar a un buey. Me compro mucha ropa, mucha música, muchos libros que no sé si leeré. Son sustitutos. Acumular cosas parece que es una desviación del verdadero problema: No sé vivir, me siento fatal y estoy desesperada. Los años pasan, cada día es igual de gris, no ligo ni las zapatillas... Me refugió escuchando música, leyendo libros, viendo pelis de cine. Como no sé vivir, encontrar un camino, busco sucedáneos que llenen ese vacío. No puedo más. Y pasan los días, la vida...

20110304

Unas gotas de actualidad

Se acerca el fin de semana. Vaya semanita. No me gusta hablar de política porque me provoca, las más de las veces, arcadas, pero no puedo obviar el desastre económico y el triste espectáculo político que asola España, convertida en un juguete en manos de Europa.

Los recortes sociales ejecutados sobre los más desfavorecidos (acaban de empezar) y el hecho de que no se haga nada para que paguen los agentes causantes de semejante colapso económico (financieros, banca, grandes fortunas), sino todo lo contrario -¡no solo no pagan, sino que ven aumentar sus ingresos mientras la mayoría se hunde!-, me parece todo de una obscenidad e injusticia infinitas.

Lo dicho, mejor no seguir escribiendo del tema, no se trata de deprimir al personal...

De Gadafi prefiero también no comentar nada, ya que no encuentro calificativos para describir a frikis sanguinarios de su calado.

Así pues, no sé por qué ni para que empecé a escribir esta entrada, pero no es ninguna novedad... Simplemente es un impulso espontáneo, como respirar casi, escribir aquí.

Empieza pronto el fin de semana y una ya se va preparando para desenchufar un poco del trajín semanal.

Desconexión (qué vulgaridad de palabra...).

20110303

Lluvia

Me gusta la lluvia, sobre todo mojarme sin paraguas. Puede parecer una tontería, pero me produce una sensación maravillosa de voluptuosidad y libertad. No importa que se empape la ropa, el pelo, el cuerpo... Una delicia, vamos. En los últimos años, cosas como esta son las que más disfruto del día a día. Cada vez me importan menos las preocupaciones estériles (seré contradictoria...) y más los pequeños y mágicos instantes que nos depara la existencia, como mojarse por la lluvia. Mi nivel de exigencia para con el mundo no es muy alto ya. No aspiro a grandes cosas, nunca lo hice, solo me apetece últimamente dejarme llevar por las cosas más naturales que, a veces, no vivo con intensidad por las prisas y los problemas cotidianos. Dimito por una vez de la ironía. Me muestro tal como soy. Aquí y ahora. Mojada de arriba abajo.