20110705

Radicalmente sol@s

Conforme van pasando los años, un@ se va dando cuenta de que la realidad -las cosas que se perciben e interpretan- "no puede ser compartida", pues cada persona vive y capta lo real de manera distinta: lo que yo veo forma parte de mi manera singular e intransferible de ver; capto e interiorizo lo que me rodea "a mi manera" -como la canción de Sinatra pero menos interesante- y nadie más lo puede hacer igual que yo: alguna afinidad, tal vez pueda haber, pero a nivel muy superficial. Much@s considerarán que esto hace interesante e irrepetible al individuo. Pienso, sinceramente, que más bien nos hace animales solitarios aun en compañía: así lo veo yo. No me estoy refiriendo a la percepción de realidades concretas cuando hablo de la imposibilidad de escapar del caparazón de mi yo. Existe, por ejemplo, consenso sobre qué es y cómo es un árbol, pese a las diferencias de percepción de los distintos individuos: hay unas caracteristicas "que hacen que tal cosa sea un árbol" [por cierto, "árbol" es una palabra consensuada, la asociación -arbitraria- de un significante con un significado a fin de facilitar que tod@s nos podamos entender]. Pero esto no es aplicable a la mayor parte de ámbitos de la vida, donde todo es pura interpretación y no hay ninguna certeza objetiva fuera de la cabeza, pese a que las cosas existan al margen de un@: saber cómo son las cosas fuera de mi percepción es, por tanto, imposible. Esta interpretación personal e intransferible, además, está marcada por una determinada configuración cerebral (bioquímica), la cual, a pesar de los ligeros cambios, siempre es la misma [el tiempo y el saco de experiencias, percepciones, etc., que un@ va acumulando, van conformando y moldeando nuestro particular modo de aprehender la realidad].

En otras palabras: que yo considere la existencia (la vida) como una tragedia es "mi problema", y casi no depende de mí, más bien es producto de cómo percibe mi cabeza (perdón por el poco rigor, pero esta escritura es un poco espontánea) y el margen de maniobra está depositado y determinado por mecanismos situados en la zona del -diríamos- "inconsciente": no controlable pero un actor fantasma en todos los actos y las cosas de la vida. Bien, considero que, por muchas meditaciones, psicólogos, etc., a los que un@ acuda, esta percepción trágica de la vida continuará siendo la misma siempre.

Pienso a veces que el margen de maniobra en la vida es mínimo desde que caímos al mundo al nacer. Las cartas parecen estar echadas: al principio las posibilidades pueden parecer infinitas: la vida (los años, mejor) se encarga de demostrarnos lo contrario.

No creo, por ejemplo, en la psicología cognitiva-conductual (la oficial ahora, si no voy despistada) ni en otras pócimas para "reentrenar", "resetear" o formatear nuestro disco duro. Si el hardware de nuestra cabeza está configurado de una manera o dañado, pasa como en un ordenador: en ocasiones no funciona, se cuelga, comete errores absurdos... Está todo programado, por mucho software, antivirus, antispam y otros parches que introduzcamos al sistema, siempre repite los mismos errores. Resulta imposible escapar de esto. Siempre saldrá alguien que dirá: "Herman@, hay que aceptarse, quererse y amarse a un@ mism@", "En ti está la salvación"... Ya te digo... el Manual de los Jóvenes Castores me aporta más cosas.

Depende del grado de sufrimiento que le produzcan los diferentes avatares de la existencia que un@ pueda aceptarse y continuar.