20110930

Mascarada

Tengo que aprender a ser otra persona. Si continúo con mis obsesiones y miedos, el bucle que me aísla me devorará. Pero qué difícil resulta cambiar de actitud o de manera de ser en la vida. Siempre he sido una mujer bastante pesimista. Es curioso, porque no recuerdo demasiados traumas infantiles, ni cosas jugosas de este tipo que harían las delicias de un psicoanalista plasta. Nada. Creo que todo viene dado por una inercia que se ha convertido, con el paso de los años, en un modo gris y atormentado de verme a mí y al mundo.


Es verdad que cierto grado de desquicio nos va invadiendo a todos con los años. Nada de lo que nos pasa parece nuevo, interesante, estimulante. Nos volvemos tal vez más exigentes, agrios a veces con los demás... Es curioso, pues quizá deberíamos tornarnos en seres menos exigentes, pues ya sabemos que la vida es muy dura para cada uno de nosotros. No hay que esperar demasiado de los demás y de las cosas, en general. Pienso que casi siempre he sido una persona comprensiva, que escucha (y escucho) los problemas y las alegrías de los demás, y que a cambio he recibido poco. Esta sensación de dar mucho y casi no recibir nada, cansa. Hay mucha gente que cree que sus problemas ocupan el centro del mundo; de este modo, los que puedan tener los demás no les importan en absoluto, aunque en una conversación parezcan interesarse por ellos. Es como un contestador automático: escuchar un poco, hacer ver que se sigue la conversación -de vez en cuando se dice: "sí, claro", "vaya, vaya"...-. El objetivo, sin embargo, de estas personas -¿todas o casi?- es vomitar los problemas personales. Obviamente, depende del nivel de sofisticación con que estos individuos dominen el arte de "hacer ver que escuchan" que su interlocutor se dé cuenta de manera más o menos clara. El problema a menudo es que una acaba por pensar que nadie escucha, que todo el mundo está encerrado en su ego. 


Supongo que en la era de Internet, donde la farsa lo es todo (los abrazos, los besos, las adulaciones en los escritos, convierten a las personas que participan en el juego en amigos virtuales, ¿pero quiénes son?, de momento, nadie real), donde nadie se muestra verdaderamente, donde la mayoría en mayor o menor medida busca un reconocimiento, una palmadita en su cabeza, no podemos esperar demasiado. La verdad es que yo no espero nada, simplemente que esta situación me turba.  Porque nada parece real, de carne y hueso. Pero tal vez esto es lo que se busca: que todo sea una mascarada. Ni idea.

1 comentari:

fallen apofis ha dit...

Todo es una mascarada,en internet, no cabe duda.