20110131

Atrapados en la Red

Este fin de semana pude leer un artículo de prensa sobre cómo internet está cambiando nuestras capacidades cerebrales. Es un tema que me parece obvio, la cuestión es en qué sentido lo está haciendo. No he leído el libro Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? de Nicholas Carr, pero en el reportaje periodístico se diserta un poco sobre la cuestión.

Siempre he tenido una desagradable sensación de saturación o de agotamiento absurdo e incapacitante tras una sesión de navegación por la red. La sola idea de estar ante una pantalla ya conlleva un desgaste brutal de la vista, pero no se queda ahí la cuestión. Aparte de la cantidad de tiempo exagerada y extenuante que un individuo puede emplear circulando por la Red, un tiempo de vida perdido buscando estupideces la mayor parte de las veces, el tema clave es cómo se surfea por el contenido de un sitio antes de leerlo en profundidad. Según el artículo, casi nunca se lee línea tras línea, sólo se lee el primer párrafo, luego se escanea la parte derecha de la página, tras lo cual uno se detiene en las líneas centrales para volver luego a surfear por la página. Conclusión: la red incentiva un tipo de lectura superficial.

Otro aspecto importante de la disertación hace referencia a la sobrecarga cognitiva que sufrimos ante las páginas (elementos de distracción, luz, colores, enlaces y el más largo de los etcéteras) y que nos provoca un embotamiento cerebral mayúsculo. Sin duda, y como se expone en el artículo, esto está modificando el modo en que el cerebro procesa la adquisición de nueva información. Se está forzando el cerebro, o mejor entrenándolo, hacia el ejercicio de nuevas destrezas que en nada se parecen a la lectura de un libro, por ejemplo.

Lo que está claro, atendiendo a lo que dicen los científicos que escriben en el reportaje, es que internet deteriora la memoria. Si no se ejercita la memoria, se atrofia, con lo que ello puede conllevar. Como apunta Carr, podemos empezar a perder nuestra humanidad. Al delegar lo más humano que tenemos, la memoria, a esa gran memoria colectiva que es internet, nos estamos deshumanizando a marchas forzadas.

Claro está que ante este tipo de advertencias, rápidamente sale la troupe de científicos, seudofilósofos y demás lumbreras para decir que nada de nada: por ejemplo, explican que nuestro cerebro funciona secuencialmente, enlazando conceptos, tal como hacen los hiperenlaces en Internet, no pasando páginas. Supongo que son afirmadores de la tecnología irreflexivos, o bien tienen intereses económicos en la cesta de la Red, vaya usted a saber.

Me da absolutamente igual lo que piensen o digan unos u otros, yo sé lo que yo siento, y puedo decir que ahora no soy la misma que cuando no había internet. Y he ido a peor. Digan lo que digan unos u otros, lo que puedo afirmar sin cortapisas es que cuando acabo de surfear por la Red tengo una sobrecarga de lodo audiovisual en el cerebro intolerable e inútil que me trae más problemas que otra cosa. Hasta me provoca insomnio.

Pero como una es masoca, sigue escribiendo el blog y navegando en el mar de la red. No obstante, tengo consciencia de que aquí hay un problema, de que aquí está pasando algo. Y tarde o temprano unos cuantos empezaremos a rebotarnos.